martes, 18 de enero de 2011

EL FARO DE LA VIDA...

Desde nuestra niñez, hemos tenido contacto con algún  faro, por la razón que lo hemos visto en las ilustraciones de un bello cuento, una enciclopedia  o hemos tenido la dicha de ver uno personalmente. En la vida matrimonial también existen los “faros”, imaginémonos que el “faro” es el estandarte de nuestro compromiso matrimonial, su forma recta y con dirección al cielo nos muestra claramente nuestro rumbo como pareja, el color blanco es la pureza con que nuestro matrimonio tiene que vivir... Los cimientos de un faro son de los más fuertes que nos podamos imaginar, están clavados en rocas, rocas que significan los principios morales con que debemos llevar nuestra relación, pero que curiosamente están a la orilla de grandes acantilados, lugares de gran peligro por el azote de los vientos y mareas, conviviendo con el salitre todo el tiempo.
Me puedo imaginar claramente a aquellos buques navegando por los océanos, los cuales los podemos comparar a los cónyuges en el paso de la vida, y siempre teniendo como referencia su “faro”, dichos faros son nuestro propio cónyuge  quien nos guía por el buen camino y principalmente para no “perdernos” en el océano, el cual está infectado de corrientes, marejadas y tormentas los cuales son comparables a los vicios y tentaciones de la vida mundana, y es aquí en donde el “faro” siempre tiene que estar alerta enviando sus señales, señales que son haces de luz que vemos en el horizonte diciéndonos: Te amo, te extraño, te quiero, ven pronto, me haces falta..., es ese alimento del matrimonio el que hace ver siempre hacia destinos correctos en la vida.
Tristemente no siempre resulta de esa manera ya que hay “faros” que por las inclemencias del tiempo o problemas propios, se van apagando... “faros” que algún día fueron blancos como la espuma, se ven manchados de pecados; “faros” que algún día resaltaban por su brillante luz, se ven apagados por la falta de interés y cariño... el barco en esos momentos comienza a dudar de su rumbo, por la sencilla razón que no recibe las señales claras con la que comenzó su travesía, y es aquí en donde comienzan los problemas entre las parejas, comenzamos a enviar señales de desinterés, faltas de cariño, incomprensión y nuestro océano se nos vuelve en contra, las mareas suben, las corrientes se hacen cada día mas fuertes de navegar y por la falta de comunicación entre ambos, nos comenzamos a alejar de la orilla... perdiendo el horizonte y en la mayoría de los casos, sin entender el porqué aunque siempre se tengan los cimientos morales muy presente.
Estando en esas aguas turbulentas y sin el horizonte claro, repentinamente rumbo Sur aparece una nueva luz, la cual puede captar nuestra atención por el hecho que la otra luz, la verdadera, no brilla más... y como marineros que somos pensamos que puede ser la luz que salve nuestra embarcación, en esos momentos sentimos la esperanza de poder  sentirnos amados, comprendidos y escuchados... nuestra velas se mueven rumbo  Sur...
Al acercarnos a la orilla del otro “faro” nos damos cuenta que en efecto sí había señales, pero señales confusas, muchas de ellas engañosas y cargadas de mentiras, las cuales distrajeron nuestra atención, llegando hasta el punto de romper el casco del barco en los arrecifes de embustes... ¿qué sucede en esos momentos? Nos sentimos tan desesperados que no sabemos  si dar marcha atrás y pedir perdón o naufragar en esas aguas, arriesgando todo lo bello de la vida matrimonial, tirando por la borda tantos castillos construidos, esperanzas y lo peor del caso poniendo en peligro la bella relación con nuestros hijos, por una relación furtiva, sin fundamentos, sin verdadero amor...
Estos tipos de “faros”, en su mayoría, son aquellos que han sido engañados, maltratados, mentido o simplemente es su estilo de vida en este mundo, ya que al analizarlos fríamente logramos identificar que sus destellos no eran verdaderos, su color dejo de ser blanco desde hace mucho tiempo y que sus fundamentos morales quedaron en el olvido, esperando al acecho de esos barcos que se encuentran a la deriva en espera de alguna esperanza, verdadera o falsa. 
Existe un dicho muy sabio, “ hombre, es el que reconoce sus errores y corrige su andar” y es en esos momentos de confusión en donde debemos de agarrarnos de la mano de Dios, ser humildes y pedir su ayuda para poder salir de tantas tempestades y sentimientos confusos.
Recordemos que todos somos “faros” en nuestra vida, debemos de mantener esa llama siempre en todo su esplendor, para que aunque existan tempestades, tormentas y salitre acechándonos, seamos capaces de decir... Gracias Dios por darme mi verdadero “faro” de la vida... 

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