sábado, 29 de enero de 2011

VANIDAD...MALDITA VANIDAD...

¿Palabra extraña?... NO... al contrario...my conocida por el ser humano, uno de los siete pecados capitales que deambulan por el mundo incontrolablemente y lo peor de todo tan bien aceptado por muchos seres humanos... Cuando somos concebidos en el vientre de nuestra querida madre, es la perfecta unión de dos células, las cuales determinaran nuestros rasgos físicos e influenciaran nuestros rasgos emocionales... desde ese momento quedamos marcados por nuestros progenitores para el resto de nuestras vidas.

Al nacer, todos nos regocijamos de la belleza de aquella pequeña criatura, tan llena de vida y extrañeza por el nuevo mundo que incursionará, nacemos con tanta belleza que no tiene comparación alguna en este mundo, pero también nacemos con un alma, alma que viene marcada por el pecado original que heredamos de los primeros pobladores de la tierra, pero que por el sagrado sacramento del Bautismo, quedamos libre de él y nuestra alma se encuentra pura ante los ojos de Dios. 

Comenzamos a crecer y con ello comenzamos a tener ciertos cambios físicos, mentales y espirituales, los cuales nos llevan a definir desde nuestra apariencia hasta nuestro espíritu y carácter, es cuando comenzamos a darnos cuenta del verdadero YO que llevamos por dentro y por fuera.

Nuestros queridos padres siempre nos verán con ojos de amor y por ello somos los hijos más preciosos que hayan existido, el problema comienza cuando pensamos ó nos hacen pensar que la belleza física nos llevará tan lejos en la vida, como para despreocuparnos de la verdadera belleza, la belleza ESPIRITUAL...

Cuantos padres enferman a sus queridos hijos diciendo y enfatizando lo bello físicamente que son, creyendo que por el hecho de tener una buena apariencia, conocerán a su príncipe azul o a su princesa encantada... llegando hasta pensar que a través de la belleza física, será el matrimonio perfecto... y van paseando por el mundo exhibiendo sus bellos colores cual si fuera pavo real. ¿Que podría estar pasando con nuestra alma y nuestro espíritu en esos momentos? En muchísimas ocasiones llegamos al punto de no dar mayor importancia a lo bello que llevamos dentro, ése paraíso que escondemos en nuestro interior, el cual se comienza a opacar y oxidarse, por no hacer uso de él.

La belleza física es un don que cada cual recibe, y hay que agradecer por ello, pero debemos de tener la plena convicción que ésta tiene un límite de tiempo... es “algo” que se desgasta, cambia y se acaba con el tiempo, es muy fácil vernos en un espejo y dar fe de lo anterior, el tiempo pasa y no perdona a nadie, y vemos personas tratando de encontrar la eterna juventud física y no la ESPIRITUAL.

Si fuéramos capaces de poder ver nuestra alma a reflejada en un espejo, estoy seguro que cambiaría mucho nuestro concepto de vida, la belleza interior crece interminablemente y con el tiempo se mejora, es como aquel vino añejo que tiene un precio inalcanzable, la belleza espiritual NUNCA muere, al contrario se mejora y purifica con el tiempo.

A muchas personas les sucede que con el pasar del tiempo ponen como prioridad en su vida, la belleza física con la cual piensan ser los conquistadores del mundo y corazones,  posiblemente tengan algún resultado, el cual al pasar del tiempo y el deterioro de nuestro cuerpo, esa ilusión se desvanece y muere, llegando a darnos cuenta que hubo personas que estuvieron con nosotros solamente mientras tuviera vigencia la belleza exterior y se desilusionan y deprimen por el hecho que la teoría de la gravedad de Newton, ha hecho sus efectos…

Pero gracias a Dios, vemos parejas que se mantienen unidas a través de mucho tiempo, por el hecho que su belleza espiritual sigue igual o más grande que cuando se conocieron... dando el ejemplo a sus hijos y  es en ese preciso momento cuando alcanzamos la madurez del alma... cuando llegamos a comprender qué es lo que llevamos dentro, y cuanto podemos dar de ello para los demás...  es cuando descubrimos lo hermoso que es tener un corazón limpio... un corazón dispuesto a soportar los dolores de la vida y seguir adelante... un corazón inocente como el de un niño que se estremece ante cualquier injusticia... un corazón para dar amor incondicional ante el prójimo sin esperar nada a cambio... en fin una conjugación total de amor, comprensión y madurez de nuestra alma mostrando nuestra verdadera BELLEZA ESPIRITUAL...

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